Introducción: Los resultados de las investigaciones de las décadas de 1960 y 1970 claramente demostraron que el autismo se asociaba con déficits cognitivos que no podían ser explicados en términos psicodinámicos y motivacionales.
Una quinta parte de la población autista mostraba anormalidades neurológicas detectables o las desarrollaba en algún momento (por ejemplo: crisis epilépticas), indicando una disfunción cerebral "orgánica" subyacente. Los primeros estudios de gemelos autistas mostraron que los factores genéticos podían jugar un rol importante en la etiología de este trastorno. Todos estos hallazgos contribuyeron a que se aceptase que el autismo es un trastorno del neurodesarrollo con bases biológicas.
Actualmente, el síndrome autista es considerado como un síndrome del neurodesarrollo, que exhibe una constelación de síntomas aparentemente poco relacionados y una amplia variabilidad en cuanto a la presentación sintomática, y el nivel de severidad de los sujetos aquejados.
Según la Autism Society of America (2000) el autismo es un trastorno complejo del desarrollo que aparece típicamente durante los primeros tres años de vida. Los niños y adultos con autismo muestran dificultades en la comunicación verbal y no verbal, interacción social y actividades de juego y diversión. El desorden les hace difícil la comunicación con otros y relacionarse con el mundo exterior. Además podrían mostrar movimientos corporales repetitivos (aleteo de manos, balanceo, etc.), respuestas inusuales a las personas, apego inadecuado a objetos, y además podrían resistirse al cambio de rutinas.
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Fuente: Punto de Partida Aldo J. Barbero. Psicólogo Clínico. Caracas, Venezuela.
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