Durante las últimas décadas, los padres y los médicos han observado que las conductas de los niños con trastornos del espectro autista (TEA) tienden a mejorar durante una fiebre. Esta sospecha se ha confirmado con un estudio publicado en la revista Pediatrics, en la que los investigadores del Instituto Kennedy Krieger han demostrado este efecto.
El estudio evaluó a niños autistas durante y después de un episodio de fiebre encontrando una disminución de los comportamientos autistas en el grupo control. La comprensión de cómo la fiebre afecta al comportamiento de estos niños nos puede dar una idea de las causas del desorden y un potencial trato curativo.
Las conexiones entre diferentes regiones del cerebro no se efectuan en los niños con autismo, lo que limita su capacidad para comunicarse y socializarse. Sin embargo, los rápidos cambios de comportamiento observados con la aparición de la fiebre sugiere que las distintas regiones del cerebro son, de hecho, capaces de conectarse y comunicarse entre sí, algo no contemplado hasta la fecha. Como se desencadena esto, es de momento, toda una incógnita.
El estudio se ha realizdo en 30 niños autistas con edades comprendidas entre 2 y 18 años, durante y después de un episodio de fiebre, definiéndose ésta superior a 38,0ºC. Estos datos fueron comparados con los datos recolectados en otros 30 niños que no padecían la enfermedad. Los resultados revelaron que más del 80% de los niños autistas mostraron alguna mejoría en su comportamiento y aproximadamente el 30% mostró mejorías drásticas.
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